Pediatría

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Contaminación Sonora y lesiones acústicas

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Dr. Miguel Angel Debuh
Medico Pediatra y Neonatólogo

Uno de los principales males que sufren las grandes ciudades -y la capital de la Argentina no es precisamente la excepción- es el altísimo nivel de ruidos que afecta tanto la paciencia como la salud de sus habitantes. En esta nota se analiza el problema y se da cuenta de la opinión de distintos especialistas, de instituciones y de la autoridad comunal.

Aunque el ciudadano común nunca se detenga a escucharlos, ya sea por hábito o por no darse cuata de ellos, la exposición del organismo a toda clase de sonidos y ruidos, continuos o intermitentes, siempre superpuestos, es hoy una de las principales causas de dolencias psico-físicas en todo el mundo. Organismos de reconocido prestigio internacional como las Naciones Unidas, UNICEF y la Organización Mundial de la Salud coinciden en advertir que la sordera, o la pérdida parcial de la audición, es una de las enfermedades de mayor incidencia en este siglo.

En Europa, ocupa el temer lugar entre las llamadas "enfermedades profesionales".

Un estudio realizado en el aeropuerto londinense de Heathrow por ejemplo, que la frecuencia de enfermedades mentales datadas entre las personas que vivían cerca del aeropuerto era mucho mayor que la que se producía entre quieres residían fuera del alcance del mido de despegue y aterrizaje de los aviones. En París un reciente estudio demostró que la causa del 70 por ciento de las neurosis es el mido: en particular, el producido por el tránsito, cuyo estrépito fue encontrado culpable y llamado, no sin razón, enemigo público número uno.

En Buenos Aires, la Municipalidad recibe 2500 denuncias anuales por "ruidos molestos". La legislación vigente ha adoptado el siguiente criterio básico para medir los niveles de tolerancia y, por ende, su grado de punición: se aceptan hasta 45 decibeles de nivel sonoro en el horario de 22 a 6 horas en el ámbito de percepción de hospitales, establecimientos asistenciales, de reposo o geriátricos; en zonas residenciales, se permite un nivel de hasta 55 decibeles, lo mismo que sábados y domingos por la tarde o feriados. Los científicos del mundo entero han coincidido en denominar "zona crítica" a la franja que se encuentra entre 80 y 100 decibeles y en advertir que, más allá de 120, se supera, directamente, el "umbral del dolor". La discontinuidad de las medidas adoptadas por la comuna porteña para prevenir esta verdadera tortura moderna, permite que las dolencias se multipliquen en grados variables, según los grados de exposición y valores de tolerancia de cada individuo afectado.

"El horario de mayor ruido es el de 9 a 21 -se resigna Mario Bóveda, director de Higiene Ambiental del municipio Y el nivel ideal es el de 40 a 50 decibeles. Pero, hoy por hoy, eso es algo imposible de alcanzar. Digamos que estaríamos contentos si en la ciudad existiera un promedio de 70, y eso sólo se logra con educación".

Dolencias a tener en cuenta

Los efectos más contundentes de los ruidos intensos afectan el aparato cardiovascular, produciendo un aumento de la tensión arterial, arteriosclerosis, taquicardia, o incluso, infarto de miocardio. Un estudio realizado por el doctor Ernest A. Peterson, de la Escuela de Medicina de la Universidad de Miami, estableció una estrecha relación entre el ruido y la presión sanguínea. En diversos experimentos con monos rhesus y otros primates comprobó cómo su presión se elevaba al ser expuestos a sonidos reiterados; ésta permanecía alta aún después de suprimir la fuente de perturbación sonora. Paradójicamente, el científico norteamericano observó que los ruidos también generaban adicción. "Sabemos que el nivel de sonidos producido por amplificadores, radios y grabadores eleva los niveles sanguíneos de norepinefrinaadrenalina. Y hay evidencia de que algunas personas disfrutan de la excitación que les produce la adrenalina", señaló. A su vez, las personas sometidas al ruido son más proclives a tener úlceras gastrointestinales debido a la excesiva secreción de los jugos gástricos que éste les genera.

Por otra parte, las vibraciones producidas, por ejemplo, por martillos y perforadores neumáticos, pueden ocasionar trastornos indirectos en la columna vertebral y las articulaciones.
Según señala el especialista argentino en otorrinolaringología José Agustín Bello, la permanencia prolongada en lugares donde hay sonidos de mucha intensidad (80 decibeles o más) puede generar un trauma acústico crónico.
"En algunas esquinas de Buenos Aires ejemplifica se puedan registrar entre 80 y 90 decibeles, lo que muestra a las claras cuánto puede ser afectado un diariero que se pasa allí ocho horas por día. Esta clase de traumas -advierte- es definitiva, porque afecta a las células del órgano de Corti, que son destruidas sin poder de regeneración, y pueden provocar a largo plazo la sordera".

Según Bello, los habitués de discotecas, en las cuales el sonido va rebotando en las paredes y puede llegar, en algunos sectores, a los 120 decibeles, también son un grupo de riesgo potencial.

El Dr. Bello, encuentra en los walkman otro motivo de atención: "Con los auriculares de esos aparatos la energía se descarga en forma directa en la membrana timpánica, no perdiéndose sonido alguno porque el conducto queda cerrado. El sujeto que lo utiliza a mucha intensidad y durante un tiempo prolongado está muy expuesto a padecer trastornos acúfenos en forma casi permanente" -dice el especialista.

Nivel de peligrosidad de ruidos y sonidos

Decibeles Clase de sonido Clasificación
120 Turbina de avión
Disparo pistola 9mm
Umbral de dolor
110
100
90
Grupo de rock
Martillo neumático
En el subte
Zona Peligrosa
80
70
En un ómnibus
Charla fuerte (a 50 cm)
Ruidos Fuertes
60 Ventana abierta sobre calle animada Zona de fatiga
50
40
30
20
10
Conversación normal (a 3 metros)
Sala de estar, calma
Ruido de hojas
Estudio de radio
Desierto
Zona de fatiga

¿Cuáles son las principales alteraciones psicomotoras atribuidas a los ruidos?

Falta de atención, aumento de errores, impresición en las respuestas y falta de calidad en las mismas. Según el doctor Eric Fischer, profesor de psicología de la Universidad de Connecticut, las modificaciones del comportamiento han sido registradas en diversos experimentos. "Hay muchas pruebas -informa- de que el ruido inesperado, que el oyente no puede controlar, induce a un sentimiento de impotencia, una especie de renuncia, y con ello a un peor desempeño en las tareas diarias. Y, como si el listado hasta aquí expuesto fuera poco, un grupo de científicos japoneses, ha salido recientemente a la palestra médica advirtiéndo que los ruidos molestos también inhiben la reproducción y un normal desempeño de la sexualidad.

No hay peor sordo que el que no quiere oír.

La del ruido quizá sea la forma de contaminación ambiental menos reconocida por el común de la población. Sin embargo, el volumen total de ruido ambiente se duplica cada diez años, representando una grave amenaza para la salud y el bienestar común. Varios gobiernos han dictado leyes para limitar los ruidos mecánicos, pero, por lo general, las normas son trasgredidas una y obra vez. Suele ocurrir que la prevención de la salud es dejada de lado si su implementación implica algún perjuicio económico industrial.
Pero la industria no es, ni mucho menos, la única fuente de contaminación sonora.

En cualquier hogar corriente existen ruidos sin duda controlables, como una radio o un televisor funcionando todo el día. La pregunta que se impone es cómo hacer para protegerse de la invasión sonora. En el campo laboral, la OMS y las Naciones Unidas recomiendan una mayor protección de los trabajadores expuestos a niveles peligrosos de ruido.

En su programa "El hombre y la Biósfera", la Unesco destaca el papel que la vegetación tiene en las grandes ciudades como amortiguadora del mido. La divulgación del tema es, por otra parte, el eje de campañas en ciudades hipercontaminadas sonoramente, como Hong Kong o Barcelona.

Promedio de exposición al ruido por día y horas en una gran ciudad
Decibeles Horas
90 8
92 6
95 4
97 3
100 2
102 1 1/2
105 1
110 1/2
115 1/4 o menos
Fuente: The American Medical Association

En Buenos Aires existe un trabajo realizado por el Laboratorio de Electroacústica de la Facultad de ingeniería de la UBA, bajo la dirección del ingeniero Federico Malvárez, en el cual se diseño un "mapa del ruido" de la ciudad, donde se señalan los índices de ruidos medidos en decibeles y hasta las líneas de colectivos más irritantes y sus posibles incidencias. Según el director de Higiene Ambiental, este mapa acústico, al igual que otro similar realizado en 1980, tiene poco que ver can el actual: Palermo Viejo y Pasaje Bollini, por ejemplo, son ahora zonas de grandes ruidos y San Telmo pasó a ser de una gran tranquilidad..."
Lo cierto es que, escudados en esta pequeña descalificación, y en la indiferencia, poco o nada parecen estar dispuestos a hacer desde el municipio para mejorar la salud auditiva de la población.

Entonces... ¿Qué podemos hacer nosotros?

En primer lugar tomar conciencia del problema y comentarlo con otros, ya que la difusión de una idea.
Potencializa la misma en grado extremo. Ejemplo de esto son cualquier movimiento ecologista que nació de la manera señalada.

Además existen ruidos que nosotros podemos evitar, por ejemplo no poniendo bocinas -tipo colectivo o camión- en nuestro auto, ni tocándola insistentemente (además de inútilmente) en una congestión de tránsito, lo mismo vale para el caño de escape "deportivo" del auto o moto.

Bajar el volumen de la TV y/o equipo musical en casa, o pidiéndole lo mismo en la confitería donde estamos
Si existen comercios o industrias en nuestro barrio que emiten ruidos molestos corresponde; en principio, hablar con el propietario del local.

No talar árboles y fomentar la forestación por el efecto "Absorvente" del ruido entre otras funciones. Por esta razón es que debemos como ciudadanos reclamar los espacios verdes que la ciudad necesita para tener una mejor calidad de vida.


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